martes, 15 de abril de 2008

INVESTIGACIÓN (2) INTRODUCCIÓN

Introducción

Hacer una Tesis, escribía el semiólogo italiano Umberto Eco, es como divertirse, porque la Tesis es como el cerdo: en ella todo se aprovecha. Con esta audaz formulación, el célebre autor de El nombre de la rosa se refiere al enorme placer que puede acompañar al estudio y aprendizaje, y a la gran satisfacción que siente el ser humano cuando su impulso exploratorio lo lleva hacia nuevas fronteras del conocimiento.

Quizás podrían considerar idealista que la investigación ofrece el placer de resolver un enigma, la satisfacción de descubrir algo nuevo, algo que nadie sabe, contribuyendo en última instancia al patrimonio del conocimiento humano. Pero también, sabemos que para muchos el hacer una Tesis es un mero trámite académico. Aún más, son pocos lo que siguen investigando y esto puede tener una multiplicidad de razones que rebasan no sólo esta introducción sino también esta guía que estamos presentando.

De ahí, que el objetivo central de esta guía o manual es ayudarle a fortalecer los conocimientos y destrezas básicas necesarias a tener en cuenta en cualquier proceso de investigación. Nos encontramos anegados de información, la mayor parte empaquetada para conveniencia de los intereses comerciales o políticos de algunos. Más que nunca la sociedad necesita de personas con mentes de capacidad crítica, personas que puedan considerar una investigación, formular sus propias interrogantes y encontrar sus propias respuestas.

Escribir su propia tesis le ayudará a comprender el tipo de tarea que subyace en lo que los expertos dicen y en lo que se encuentra en sus textos. Permite experimentar de primera mano cómo se desarrolla el conocimiento a partir de respuestas a preguntas de investigación: de qué manera el nuevo conocimiento depende de qué preguntas formula y de cuáles no; cómo esas preguntas dependen no sólo de sus intereses y metas, sino también de las de sus lectores; cómo las maneras estandar de presentar una investigación dan forma a los tipos de preguntas que se hacen, incluso determinan aquellas que se pueden hacer.

Pero debemos ser francos, escribir una tesis es un quehacer exigente. Abarca muchas tareas, todas las cuales compiten por su atención, con frecuencia al mismo tiempo. Aunque planifique su tesis muy cuidadosamente, ésta seguirá un camino retorcido, dará giros inesperados e incluso podría retroceder.

De ahí que este manual tenga como trasfondo la experiencia de algunos investigadores senior y juniors que nos plantearon ideas y experiencias a tener en cuenta en el proceso de investigación. Las conversaciones antes y durante revisión de los contenidos ejes tienen como soporte estas experiencias. En el fondo toda investigación se construye junto a otros y para otros.

Este texto fue elaborado a partir de la siguiente definición de manual: “ligereza en la presentación y seriedad en los conceptos como componente básicos del manual”. Es decir, este es un texto en el que se compendia lo esencial del proceso de investigación. En términos más sencillos, lo que presentamos es un conjunto de sugerencia prácticas y sus aplicaciones a tener en cuenta cuando cada uno de ustedes desarrolle su investigación. Por lo tanto advertimos, que muchos de los contenidos aquí vertidos necesitan de parte de ustedes una profundización mayor. Para lograr este cometido le planteamos bibliografía básica que está al final de cada capítulo.

Otro elemento central de este manual es que contiene los elementos centrales que debe tener el proceso de investigación. Es decir, puede que algunos elementos sean obvios, pero nuestra experiencia nos indica que en el desarrollo no es tan obvio. Por ejemplo, iniciamos este manual, desde las herramientas básicas que debe tener todo trabajo intelectual y lo que concierne a la gestión de la información.

También señalamos que al final de los capítulos habrá ejercicios que los ayudarán a aprehender aquellos contenidos que utilizarán en su investigación.

Entonces el objetivo de este manual es el siguiente:

a) Entregar los elementos centrales que contiene el proceso de investigación. Ello a partir de aquellos conceptos claves que debe tener en cuenta cualquier investigador.

b) Entregar las herramientas o técnicas de investigación más utilizadas en las Ciencias Sociales.

c) Clarificar el proceso de búsqueda de la información.

d) Entregar elementos pedagógicos que le ayudarán a comprender mejor aquellos ejes centrales que están en cada capítulo.

Los objetivos que acabamos señalar están destinados a aquellos alumnos y alumnas que han optado por “métodos cualitativos” o por “métodos cuantitativos”, según lo indica el programa del presente Magíster. De ahí, el énfasis de integración en ambos métodos. Es claro, por otra parte, que dada la orientación del presente manual, éste podrá ser de utilidad para todos los alumnos y alumnas del Magíster, independiente del curso de “método” por el cual opten.

Por último señalamos, parafraseando a Umberto Eco (2001, p.21), que este manual está destinado a quien sin ser millonario ni disponer de diez años para lograr el Magíster tras haber viajado por todo el mundo, con posibilidades aceptables de dedicar unas cuantas horas diarias al estudio, quiere preparar una tesis que le proporcione ciertas satisfacciones intelectuales y que le sirva también después de haber terminado el Magíster. Y a quien, una vez fijado los límites —por modestos que sean— de su esfuerzo, quiere hacer un trabajo serio.

I. Reflexiones a tener en cuenta cuando se investiga hoy[1]

“El dominio de la actividad humana es limitado. Los hombres producen la sociedad, pero lo hacen como actores históricamente situados, no en condiciones de su propia elección. (...) Las estructuras no deben conceptualizarse simplemente como imponiendo coerciones a la actividad humana, sino en el sentido de permitirla (...) Los procesos de estructuración implican una interrelación de significados, normas y poder”.

Giddens, Anthony.

1.1. Por qué y para qué se investiga

Toda investigación —y en general toda labor reflexiva— se encuentra en una relación de íntima dependencia respecto del tipo de sociedad en que se desarrolla, al punto que tanto las razones que pueden gatillarla, como los fines con arreglo a los cuales se desarrolla, reposan y se explican en el seno de esta tipología. Es por ello que la impronta de la investigación social está indisolublemente ligada, no sólo a las necesidades que una comunidad o sociedad reconoce como prioritarias para el desarrollo de la vida, sino también al modo en que estas diversas formas de organización social se comprenden a sí mismas como proyecto.

De acuerdo a su para qué, la tipología social exhibe una clara dicotomía: existen sociedades de comunicación y sociedades de información. Entre estas últimas, se comprenden todas las macroformas de organización colectiva ordenadas verticalmente, donde el poder de decisión y acción reposa en una pequeña élite dominante, de las cuales la historia sociopolítica de occidente nos ofrece un prontuario bastante extenso: teocracias, monarquías, imperios, dictaduras, etc. Un rasgo característico de este tipo de sociedades es el control de la población mediante el manejo y la intervención de la información, la cual fluye unilateralmente desde las élites —productores y consumidores exclusivos del conocimiento (de primera mano)— hacia el grueso de la comunidad. El rol que cabe a la investigación en este contexto, es el de empoderar a estas élites con datos relevantes que les permitan tomar decisiones más informadas.

Frente a esto, se erige el proyecto contemporáneo de las sociedades de comunicación, compuestas por ciudadanos libres, participativos, críticos y reflexivos, donde las decisiones son gestionadas horizontalmente al construirse intersubjetivamente en relaciones dialógicas basadas en la tolerancia y el respeto. Aquí lo relevante no se cifra en el contenido de los datos, sino en el producto resultante del intercambio de opiniones.

Nuestras democracias actuales se encuentran emplazadas, por así decirlo, entre uno y otro modelo. Nuestro estado de cosas corresponde a una lenta etapa de transición que pretende avanzar desde una sociedad informativa a una comunicativa, desde una sociedad cerrada a una abierta. Si bien hoy día la labor investigativa no reposa exclusivamente en pequeños nódulos socialmente privilegiados, ni la investigación se reduce a un mero proceso burocrático-administrativo subordinado y manipulado por otros órdenes superiores de estructuración, hemos de reconocer que aún sobreviven rasgos estructurales propios de la sociedad de información en nuestras formas actuales de organización social que han estancando o retrasan dicho proceso.

En general, toda investigación se constituye como un aporte a la toma de decisiones y de acción efectiva, pero los verdaderos beneficiados por ésta, aquellos para quienes la investigación se constituye en datos relevantes a la hora de tomar o elaborar decisiones, variarán ostensiblemente de acuerdo a lo que cada sociedad entienda por labor investigativa, su rol y sus alcances.

En su sentido más profundo, la investigación social dista mucho de reducirse a un aparato burocrático de constatación empírica de teorías esbozadas por ciertos grupos a fin de instalar o reinstalar ciertas concepciones en nuestro acervo cultural. De hecho, los verdaderos frutos de la investigación social brotan sólo cuando los datos recogidos como producto de la observación de diversos fenómenos vuelven a integrarse a la dinámica social bajo la forma de conocimiento y tema de reflexión social, empoderando así a los diversos actores de la sociedad con la cantidad y calidad suficiente de información que les permita autoorganizarse. La investigación es un proceso eminentemente creativo, descubridor, revelador, es un ejercicio creativo que pretende trocar el dualismo informante —informado, por el monismo de la intersubjetividad. La investigación conmina a uno y cada uno de los actores sociales a la autopóiesis en materia de organización social, sentando así las bases para desencadenar el anhelado tránsito desde una sociedad de información a una de comunicación.

No obstante, esta meta se nos vuelve lejana, si la médula del proceso investigativo cifrada en las metodologías y tecnologías empleadas varían de acuerdo a cánones externos y no la reflexión en torno a la lógica interna de la investigación. Es necesario dejar de importar ideas si pretendemos seriamente pensarnos a nosotros mismos.

1.2. Investigación y creación

El desafío fundamental para toda investigación es la creatividad, la capacidad de constituir o abrir nuevas posibilidades en base a posibilidades ya dadas. En general, la investigación carece de éste, su rasgo fundamental, para revestirse con su forma clásica o tradicional bajo la cual no pasa de ser un proceso de administración y control de la información que muestra el mundo como algo único, homogéneo, susceptible de ser conocido a cabalidad tras reiterados acercamientos. Por otro lado, muchas veces lo salido a la luz tras una investigación resultará molesto a ciertos grupos de intereses creados y traerá consigo conflictos que presumiblemente deriven en ataques y calumnias, por lo cual en muchos casos será más cómodo y menos riesgoso repetir caminos trillados que aventurarse por rutas inexploradas. Y en verdad, es precisamente esta forma conservadora de la investigación —que momifica o congela nuestro modo de percibir el mundo, catalogando toda posibilidad alternativa de mirar como absurda o impertinente al buen sentido— la que inhibe el despliegue de la creatividad en el área de la investigación.

Pero no es este el único factor ni el más determinante. Cuando investigar no es sinónimo de crear, muchas veces se debe a deficiencias metodológicas, las más de las veces provenientes de influencias socioculturales, a saber: la tendencia a erigir nuestros valores y costumbres en normas infalibles de juicios, válidas y aplicables a las conductas de cualquier otro grupo social; la tendencia a juzgar los hechos observados basándose en los sentimientos favorables o adversos que una situación o una persona despierta en nosotros; la tendencia a aceptar afirmaciones como verdades eternas e inconcusas, sólo por el hecho de haber sido declaradas por alguien a quien se considera una autoridad en la materia, sin haberlas sometido al examen de nuestro propio juicio, entre otras.

Por otra parte, la concepción del mundo que yo posea, la riqueza o calidad de mis observaciones y acciones está estrechamente vinculada con la inamovilidad o movilidad de los patrones que determinan mi percepción, y, a su vez, la movilidad o cambio permanente de los modos en que elijo acercarme cada vez al mundo, requiere precisamente de un rasgo que está presente en el proceso de investigación a diferencia de otras actividades, a saber: la mirada permanente sobre sí durante el desarrollo de la dinámica investigativa, mirada que rompe los cánones establecidos abriéndose a la posibilidad de que el mundo pueda ser siempre algo distinto o cambiante.

En pocas palabras, podríamos definir la creatividad como “la exploración de un campo conceptual a través de un cierto árbol de búsqueda, entendiendo por dicho espacio el conjunto de imágenes y conceptos precedentes de la cultura que constituyen la ecología de la información y comunicación del sujeto”.[2] El sujeto-investigador, no sólo plantea hipótesis o teorías que den cuenta de la diversidad y heterogeneidad del mundo social, sino que mediante su discurso irrumpe e interviene en la estructura misma de los mundos construidos. ¿Cómo hace esto? A partir de las interacciones posibles en su relación con reflexividad y la acción creativa de los actores a los cuales observa y con los cuales se comunica. En esta perspectiva, la tarea de investigar, lejos de reducirse a un mero conocer, se constituye como una forma del “hacer”, en el sentido de las posibilidades que la reflexión intersubjetiva deja abiertas. Por ello es que la creación no es una parte más del oficio de investigar en sociedad, sino su sentido central. La vida en sociedad sólo es tal cuando cambia, y el cambio sólo se origina en la autopóiesis social. La ciencia social aparece para promover ese acto creador.

1.3. Tecnología, metodología y epistemología

Desde la emergencia de la perspectiva cognitiva y las formas críticas de la cibernética de segundo orden, el pensamiento filosófico y científico se ha visto en la necesidad de llevar a cabo una revisión, no sólo de la amplitud y validez de sus conceptos fundamentales, sino también del grado de participación de cada uno en el acto cognitivo; más aún, ha debido ampliar sus márgenes y crear nuevas categorías adecuadas a realidades que escapan de algún modo al viejo esquema que explicaba la estructura formal de todo conocer como interiorización de la imagen de un objeto en la esfera del sujeto.

De Galileo hasta nuestros días ha imperado el modelo científico de investigación como el único método que nos garantiza la objetividad de nuestros conocimientos, objetividad en la que —dicho sea de paso— reposa toda verdad. El mundo puede ser objetivado en virtud de ciertas regularidades presentes en su estructura que podemos aprehender bajo la forma de leyes o constantes; el libro de la naturaleza parece haber sido escrito en lenguaje matemático, razón por la cual nos es dado medirlo y cuantificarlo. Asimismo, la certeza y rigurosidad de las ciencias exactas al explicar y comprobar sus hipótesis, así como su alto grado de predecibilidad de los fenómenos, las erigió como el paradigma de perfección metodológica, lo cual se tradujo en un monismo metodológico que rebasó su campo propio de aplicación para extenderse a la investigación en ciencias sociales, donde se intentó cuantificar el comportamiento social y se ensayó la formulación de leyes explicativas generales para este.

Sin embargo, la imagen positiva de un mundo-objeto supuestamente escindido originaria e insalvablemente del sujeto de conocimiento, si bien resultaba útil y altamente productivo en el marco de las ciencias naturales, no parecía satisfacer las exigencias del objeto propio del estudio social. Y es que resulta del todo inadecuado servirse de un mismo método para indagar sobre el clima, la actividad sísmica o las diversas especies de arbustos existentes en la zona central de nuestro país, que para conocer los móviles del comportamiento, las valoraciones, sentimientos, decisiones y acciones de los actores sociales, puesto que en ellos, al igual que el sujeto en la relación de conocimiento, significan, hablan y reflexionan. Como fruto de esta controversia, y como reacción a las corrientes positivistas, aparece el pensamiento hermenéutico, caracterizado por pretender alcanzar una cierta comprensión (verstehen) de los fenómenos antes que explicarlos causalmente (erklären). Es un pensamiento que se mueve en interpretaciones de fenómenos, asignándole significados (subjetivamente) a los datos obtenidos de la experiencia.

A pesar de sus diferencias, tanto los investigadores de la línea positivista, como aquellos de la hermenéutica, continuaban emplazando el lugar de construcción del fenómeno del conocimiento en los sujetos individuales. Sólo con la posterior aparición del pensamiento cibernético es que el acto del conocimiento —al reconocer ya no sólo una cuota de subjetividad, intencionalidad y reflexividad a los actores sociales, quienes son observados en cuanto ellos mismos están observando a su vez el mundo— se desplaza desde la esfera del sujeto a una red constituida en la interacción de significados e interpretaciones que estructuran el movimiento constante de lo social.[3]

Con esto nos alejamos de una visión que busca centrar la actividad reflexiva en un sujeto escindido de la dinámica social. Esta nueva forma de trabajo que se auto-organiza en la interacción entre la práctica y la precisión teórico-metodológica, además de la relación con los otros, donde la investigación se constituye ella misma como parte del proceso de autopóiesis social, las relaciones entre teoría, metodología y tecnología —los tres puntos de partida de la dinámica social— se reconfiguran con mayor claridad en virtud de la constante y atenta mirada introspectiva del investigador respecto del proceso en el que está inmerso: la investigación o reflexión social pasa a constituirse como un momento estructural más en el proceso de auto-organización social.

La tecnología arma los paquetes técnicos que mediarán la intervención, o más bien, el acercamiento del investigador al mundo explorado. Y por tecnología entenderemos lo concreto de la investigación, a saber: el cómo de la acción, la elección de los medios o mecanismos con los cuales operaremos, desde los más elementales hasta los más sofisticados. La tecnología de investigación no está asociada al momento especulativo, sino a la acción misma, pues consiste en la aplicación de un menú o paquete ya probado con antelación por otros investigadores.

La cuestión de la metodología responde a la pregunta de por qué razón se hacen las cosas así; metodo-logía, es dar razones o fundamentar el empleo de uno u otro camino para alcanzar los objetivos que me he trazado. La metodología es la guía general de acción que se verá plasmada posteriormente en operaciones concretas, la estrategia que late tras la elección de los paquetes técnicos.

La epistemología está íntimamente relacionada con los dos momentos anteriores, pero es superior a ambos. En la etapa epistemológica se define el para qué y para quién se lleva a cabo la investigación. Es en este punto donde la investigación desvía la mirada de sí misma hacia el mundo social al cual está dirigida, y del cual forma parte.

Es menester percibir estas tres dimensiones unitariamente, pues la acción concreta no está separada de la estrategia operativa, ni ésta de la estrecha vinculación con el mundo social. La interacción social subjetiva, no es sólo el objeto de nuestra acción, sino también el escenario en que se desarrolla.

1.4. Sugerencias bibliográficas

Galindo Cáceres, Luis Jesús: “La lucha de la luz y la sombra” en Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, México: Addison Wesley

1.5 Sugerencias para comprender a sus lectores

Aunque debiera pensar en sus lectores desde el comienzo, no puede esperar estar en condiciones de responder todas las preguntas siguientes hasta llegar casi al final de su tesis. Por lo tanto le sugerimos volver a esta lista o a otra que usted rehaga no sólo en este proceso de tesis, sino también en otras tareas investigativas que estamos seguro que usted realizará.

¿Cuál es la comunidad de lectores a quien va a dirigir su tesis?

ð ¿Son profesionales en el área de su investigación?

ð ¿Lectores generales que tienen

§ diferentes niveles de conocimientos e intereses?

§ niveles similares de conocimientos e intereses?

Ahora trate de responder algunas de estas interrogantes a partir de los lectores que usted ha escogido para Tesis.

  1. ¿Qué esperan que haga por ellos?

ð ¿Entretenerlos?

ð ¿Ayudarlos a resolver algún problema en la sociedad?

ð ¿Ayudarlos a comprender mejor alguna cosa?

  1. ¿Cuánto saben?

ð Nivel de conocimiento previo en (comparación con el suyo): mucho menos, menos, igual, más, mucho más.

ð ¿Qué interés especial tienen en el tema que usted escogió para su Tesis?

ð ¿Qué cuestiones esperan que considere sobre el tema?

  1. ¿Comprenden previamente su problema o pregunta de su Tesis?

ð ¿El problema de este trabajo es uno que sus lectores reconocen?

ð ¿Es uno que tienen, pero que aún no han descubierto?

ð ¿El problema es de ellos, pero no de usted?

ð ¿Tomarán de inmediato el problema en serio, o deberá usted persuadirlos de que es importante?

ð ¿El problema de la investigación está motivado por una dificultad tangible en el mundo o por alguna dificultad académica o conceptual?

  1. ¿Cómo responderán a la solución o respuesta de su problema a investigar?

ð ¿Qué espera que los lectores hagan como resultado de su problema de investigación?

ð ¿La posible solución al problema contradecirá lo que creen actualmente? ¿De qué manera?

ð ¿Los lectores conocen actualmente algunos estándar en contra de su solución?


[1] Para la redacción de este artículo, se pueden citar como fuentes de inspiración los siguientes autores: Jesús Galindo Cáceres (1998) y Georg Henrik Von Wright (1988).

[2] Galindo Cáceres (1998)

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